CONCEPTOS PARA EL ESTUDIO DE LOS DSS. REFLEXIÓN
Desde el 22 de julio de 1946, se reconoce a la salud como un “derecho humano fundamental:
“El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social. La salud de todos los pueblos es una condición fundamental para lograr la paz y la seguridad, y depende de la más amplia cooperación de las personas y de los Estados.”
Es así como aparece reconocido en la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y desde hace 74 años que esa premisa no encaja con la realidad vivida en los países en vías de desarrollo.
La salud es definida por la OMS como el “estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades”. Esta definición es muy amplia, y exige conocer el trasfondo demográfico, social y político, consecuencia de la globalización y los modelos económicos actuales, que condicionan los cambios a gran escala en el mundo: desde la transición epidemiológica hasta los patrones de morbi-mortalidad. La noción de estos factores se traduce a los determinantes sociales de la salud.
La pobreza, la educación, la ocupación, el grupo étnico o racial, la residencia urbana o rural y el acceso a los servicios básicos de vivienda son algunos de los determinantes sociales que tienen un impacto directo sobre la distribución del proceso de salud-enfermedad en la población, y es justamente ese impacto a lo que hace alusión el concepto de desigualdad en salud. La OMS define este concepto como “las diferencias en materia de salud que son innecesarias, inevitables e injustas”, que se puede resumir en la premisa de que los grupos sociales económicamente más privilegiados son los más beneficiados de las acciones sanitarias y sociales dirigidas a mejorar la salud, acercándose más a la definición del “estado completo de bienestar”, y dejando atrás a la población más pobre.
La antítesis del concepto de desigualdad en salud, y uno de los conceptos que más se reiteran en los objetivos del desarrollo sostenible, es la equidad en salud, que hace referencia a la disminución gradual o ausencia de las diferencias que los determinantes sociales condicionan para el acceso a la salud. Lograr esta transición es uno de los objetivos primordiales de la Salud Pública.
La Salud Pública es un concepto muy grande que nace de la fusión de 2 vertientes del actuar humano: el pensamiento y la acción. Involucra el estudio de condiciones de salud (no únicamente enfermedad), y la respuesta organizada para atender dichas condiciones, integrando disciplinas biológicas, sociales y de la conducta, y cuyo nivel de análisis es poblacional y colectivo. Este concepto es de suma importancia para entender de manera integral la relevancia que tienen los determinantes sociales en el desarrollo de los procesos de salud-enfermedad y la respuesta a dichos procesos marcan la pauta para tratar de acercarnos al concepto de equidad.
Los ODS no son un concepto aislado, o ínfimo de los países en vías de desarrollo. Se trata de un tema de raíz internacional e intercultural, que nos lleva a desmenuzar el último concepto que considero trascendental para el entendimiento de los DSS: la salud global.
No existe una definición estandarizada para referirse a la salud global, al igual que la “salud pública”, su nivel de análisis vira hacia la colectividad, sin embargo, la salud global involucra palabras mayores: se trata de la población mundial. La salud pública y la salud global son conceptos que están profundamente conectados, ambos abordan la salud desde un perfil biopsicosocial y como un estado con muchas más implicaciones que únicamente la ausencia de patología; ambos hacen énfasis en la respuesta social organizada, en forma de promoción a la salud, leyes, normas y políticas públicas. Sin embargo, la salud global enfatiza más los contextos ambientales, sociales y económicos en donde se desarrollan las intervenciones en salud. El concepto es trascendental para la comprensión de los DSS ya que estudia la distribución global de las condiciones de salud y enfermedad y sus factores determinantes, el impacto de la globalización en la salud y la naturaleza cambiante de la gobernanza sanitaria mundial. Y son justamente los gobiernos mundiales los responsables de confrontar directamente al obstáculo más grande para lograr los ODS: la desigualdad en salud.
Es obligación de los gobiernos el vigilar que los fondos económicos mundiales lleguen a donde tienen que llegar y aseguren el acceso a una atención en salud de calidad para todos: hacer que el derecho humano fundamental que la OMS define en su Constitución se cumpla alrededor del mundo, sin importar las diferencias entre individuos y sociedades, en pro de la equidad.
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